LA HISTORIA DEL CINE SERBIO





Acercamiento a la historia del cine serbio

texto traducido por : ALEKSANDAR VUKSANOVIC:
Traduzco aquí del inglés el capítulo "Cine y cinematografía en Serbia (1896-1993)" de Dejan Kosanovic, perteneciente al libro "Historia de la cultura serbia" que publica Projekat Rastko en su página. Tiene importantes lagunas, que el lector identificará sin duda, pero sirva para una primera aproximación.
(8.07.2008)
La primera exhibición en Serbia, así como en los Balcanes, se presentó en Belgrado el 6 de junio de 1896, en el café “La cruz dorada” en Terazije. Esto ocurrió seis meses después de la primera muestra pública de “imágenes en movimiento” en París (28 de diciembre de 1895). Andre Carr, un representante de los hermanos Lumiere de Lyon, los inventores del cinematógrafo, estuvo mostrando las primeras películas de los productores de Lyon a los ciudadanos de Belgrado durante más de un mes. A una de las representaciones asistió Aleksandar Obrenovic, rey de Serbia en la época, y la reina madre, Natalija.
En marzo de 1897, durante su segunda estancia en Belgrado, Andre Carr rodó sus primeros planos en Serbia: "El paseo de Kalemegdan", "Estación de tranvía en Terazije" y "Los trabajadores abandonando la fábrica de tabaco". Ésta fue la primera oportunidad para los ciudadanos de Belgrado de ver su propia ciudad en la pantalla, pero, desafortunadamente, aquéllas películas no se han conservado.
Durante los años posteriores, un gran número de cineastas itinerantes pasaron por Serbia y Belgrado, mostrando sus películas en corredores alquilados y carpas. Alguno de ellos hizo también películas locales, pero ninguna de aquéllas filmaciones se ha conservado hasta hoy. Stojan Nanic de Zajecar fue el propietario del “primer cine serbio”, el cual, desde 1900, mostraba películas en Belgrado y otras ciudades de Serbia. Al inicio del siglo XX, el cine se convirtió en el principal medio para el entretenimiento de masas.
La película más antigua rodada en el territorio de Serbia se atribuye al inglés Arnold M. Wilson, cónsul serbio honorario en Sheffield, y a su operador Frank Mottershow. En septiembre de 1904, en Belgrado, rodaron la película “La coronación del rey Petar I Karadjordjevic”, así como de algunas escenas de Kraljevo, el monasterio de Zica y Novi Pazar.
En 1909 se abrió el primer cine independiente en el hotel "París" de Belgrado, y poco después abrieron otras salas permanentes en la capital y en otras ciudades. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, había alrededor de treinta cines permanentes en el reino de Serbia, junto con varios itinerantes. El repertorio estaba dominado por películas francesas (“Pathe” y “Gaumont”), y las copias llegaban a Belgrado y Serbia muy rápido, frecuentemente sólo diez días después de su estreno en París.
Los primeros productores cinematográficos en Serbia vinieron de entre los propietarios de cines permanentes. En 1911 Svetozar Botoric, el propietario de la sala “París” en Belgrado, contrató al operador francés Louis de Berry y comenzó la producción de noticiarios acerca de eventos en la capital, tales como “La entrega solemne de las antiguas banderas y la recepción de las nuevas”, “La partida del rey, el heredero al trono y la princesa Jelena a San Petersburgo” y otros. En otoño del mismo año, rodó y proyectó la primera realización serbia, la película “Karadjordje”, un drama histórico sobre la vida y la obra del líder del Primer Levantamiento Serbio. La película fue dirigida por el actor y director Ilija Stanojevic (Cica Ilija), interpretado por los miembros del Teatro Nacional serbio. La película fue recivida con gran éxito por la audiencia, y fue proyectada de nuevo tras la Primera Guerra Mundial, pero no se conservó ninguna copia ni de esta ni de otras películas de Botoric. Los hermanos Savic, propietarios del “Cine Moderno” en Belgrado, comenzaron a producir películas contemporáneamente a Botoric. Su operador fue Carl Freund, quien después se convertiría en un famoso director en Alemania y Hollywood y ganador del Oscar a la mejor fotografía. Además de numerosos noticiarios, filmados Belgrado y en provincias, los hermanos Savic produjeron la película “La madre afligida” (1912), un melodrama en el que el papel protagonista fue interpretado por la actriz Emilija Popovic. El tercer productor cinematográfico de Belgrado fue Djoka Bogdanovic, propietario del cine “Casino”. Éste desarrolló su actividad en 1913, en el período de las Guerras Balcánicas. El fotógrafo ruso Samson Cernov filmó para él y juntos crearon valiosos documentales sobre la Segunda Guerra Balcánica y los acontecimientos diarios en Belgrado entre 1913 y 1914. La inmensa mayoría de estas películas se han conservado, y el valioso material histórico se ha almacenado en el Archivo de la Biblioteca Fílmica Yugoslava. Junto con de Berry y Freund, Slavko Jovanovic, el primer operador serbio, dominó la habilidad de trabajar la cámara cinematográfica y muy pronto, de manera independiente, comenzó a grabar documentales breves para Botoric y los hermanos Savic.
La Primera Guerra Mundial y los años posteriores
El estallido de la Primera Guerra Mundial cortó abruptamente el desarrollo de la industria cinematográfica doméstica en Serbia. Bogdanovic y Cernov rodaron algunos pormenores de las primeras operaciones de guerra en 1914 (la operación de Srem y la toma de Zemun en septiembre de 1914), pero poco después todas las actividades de los pioneros domésticos del cine en Serbia cesó por la guerra. La epopeya completa de los serbios durantes los años 1915-1916 fue cubierta mediante un metraje muy escaso, por operadores foráneos.
Los comienzos y el desarrollo de las actividades cinematográficas en la Vojvodina, bajo dominio austro-húngaro, tuvo algunas características específicas, típicas de la periférica provincia del complejo estado. Los cineastas itinerantes alcanzaron los asentamientos de la Vojvodina aproximadamente al mismo tiempo que llegaron al Reino de Serbia (muchos de ellos operaron en ambos territorios). La primera sala permanente fue abierta en Sombor en época tan temprana como 1906, y la producción cinematográfica doméstica está relacionada con tres pioneros del cine en la Vojvodina. Ernest Bosnjak de Sombor, el propietario del primer cine, se procuró un cámara de cine en 1909 y comenzó a rodar. Tan sólo uno de sus primeras películas se han conservado, “El descubrimiento del monumento a Ferencz Rákóczi”, de 1912, dirección: Aleksandar Lifka, ”. Tras una década proyectando películas con su cine portátil, se asentó en Subotica, donde abrió una sala permanente y comenzó a rodar noticiarios sobre acontecimientos locales. Vladimir Totovic, un nativo de Novi Sad, tuvo las ambiciones cinematográficas más grandes. Dirigió dos películas, “El Salvador” y “El detective como un ladrón”, pero su carrera se vio truncada por su partida al frente, donde murió cerca de Gorica, como un soldado austro-húngaro.
Durante la Primera Guerra Mundial, como el ejército serbio se estaba reorganizando tras cruzar sobre Albania y recuperar la isla griega de Corfu, se estableció la Sección Fílmica del Comando Supremo. La tarea de este servicio fílmico militar era mostrar películas obtenidas a través de los aliados de los soldados, y filmar acerca de los acontecimientos en el frente de Salónica. Entre los numerosos colaboradores y operadores de dicha sección del Comando Supremo del ejército serbio, el más relevante fue Mihailo Mihailovic, quien se convirtió más tarde en uno de los más importantes pioneros del cine en el Reino de Yugoslavia. El operador de la sección fílmica realizó un ingente metraje acerca de la ruptura del frente de Salónica, las batallas por la liberación de Serbia y la llegada de la armada serbia a Belgrado. Una parte de dicho material se ha conservado.
Belgrado era el centro más importante del cine en el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, posteriormente el Reino de Yugoslavia (tras 1929), especialmente en términos de producción cinematográfica. En el Ministerio de Salud Nacional en Belgrado se creó el Estudio Gubernamental para la Producción Cinematográfica, cuya tarea era producir películas sanas desde un punto de vista educativo. Una de estas fue “La tragedia de nuestros niños” (1922), que se ocupa de los problemas del alcoholismo. Sin embargo, debido a la falta de recursos, la actividad de este estudio cesó en 1925. El mismo año, en Sombor, Ernest Bosnjak produjo una película temáticamente similar, “Miénteme por mi bien” (1922), y su compañía “Boer Film” siguió haciendo otras películas. En aquellos años, varias compañías cinematográficas fueron fundadas en Belgrado: “Novakovic film” de Kosta Novakovic, “Artistik film” de Andrija Glisic y Zarija Djokic, “Adrija Nacional” de Ranko Jovanovic y Milutin Ignjacevic, “Macva film” de Slavko Jovanovic y “Pobeda film” de Josip Novak. Todos estos devotos del cine invirtieron recursos financieros sustanciales en la producción cinematográfica, creando numerosos noticiarios y documentales, además de varios largometrajes, de los cuales se ha conservado alguno. “El noticiario de Novakovic”, una crónica de los acontecimientos en Belgrado y Serbia, es hoy día un material histórico precioso para investigar el pasado serbio.
Desde los largometrajes “Cualquier cosa por una sonrisa”, “La felicidad del minero” (Pobeda Films, 1929), “El rey del Charleston” (1927), “El pecador sin pecado” (1929), de Kosta Novakovic y “A través de la tormenta y las llamas” (1930), de Ranko Jovanovic y Milutin Ignjacevic, que solo perdieron dinero para sus productores, ni uno solo de aquellos pioneros del cine de Serbia fue capaz de mantener una producción continuada de largometrajes. Las circunstancias del mercado cinematográfico en el Reino de Yugoslavia eran muy desfavorables para el cine nacional: los propietarios del cine fueron cargados con altos impuestos, el mercado se inundó con películas importadas de bajo coste y calidad alta (películas norteamericanas, alemanas, francesas), mientras la protección del cine doméstico estaba desorganizada. Es más, en 1931 se aprobó la Ley sobre la Organización de la Distribución Cinematográfica la cual, entre otras cosas, puso a distribuidores y salas bajo la obligación de proyectar un cierto porcentaje de producciones domésticas. Esto supuso un gran estímulo para los pioneros cinematográficos en Serbia, y solo durante 1932 se rodaron en el Reino de Yugoslavia más películas que durante todo el período posterior a la Primera Guerra Mundial. En 1931 se creó la compañía del Cine Educativo Yugoslavo, una firma privilegiada -recibía encargos del gobierno- que, hasta 1941, realizó numerosos documentales sobre Yugoslavia, la mayoría de los cuales se han conservado. En 1932, Mihajlo Al. Popovic rodó la película “Con fe en Dios”, que fue indudablemente el más ambicioso y exitoso largometraje serbio antes de la Segunda Guerra Mundial. El autor de esta película se presentaba a sí mismo como un experto en la expresión cinematográfica, demostrando un delicado gusto para la composición del encuadre. De todas formas, bajo la presión tanto de los distribuidores de cine extranjero como de los propietarios, los artículos de la ley que protegía el cine nacional, arriba mencionada, fueron derogados. Así, la producción se vio nuevamente reducida a noticieros y documentales ocasionales, entre los cuales cabría destacar “La carretera de los gigantes”, una película sobre una carrera de bicicletas a través de Serbia (1939, “Película artística”, rodada por Mihailo Ivanjikov), como debería serlo el mejor documental nacional anterior a la Segunda Guerra Mundial, “La historia de un día” (1941, “Película artística”, dirigida por Maks Kalmic, operador Mihailo Ivanjikov).
La Segunda Guerra Mundial y los años posteriores
Durante la Segunda Guerra Mundial (1941-1945), había mucha actividad artística en Serbia. En la ocupada Belgrado, bajo la égida de las autoridades ocupantes, se filmó un noticiario colaboracionista que hoy posee el valor de documento histórico. También se realizó el largometraje “Inocencia sin protección”, dirigido por Dragoljub Aleksic. En el bando que luchó contra los invasores alemanes y sus colaboradores, los operadores aliados filmaron películas de vez en cuando. Una parte de este metraje se ha conservado. En julio de 1944 se estableció la Sección de Cine dentro del Estado Mayor del Ejército de Liberación Nacional y las Unidades de Partisanos de Serbia, a la cabeza del cual estaba Rados Novakovic, quien más tarde se convertiría en un destacado pionero de la moderna cinematografía yugoslava. Tras la liberación de Belgrado (octubre de 1944), esta sección creció dentro de la Sección de Cine del Comando Supremo del Ejército de Liberación Nacional y la Unidades de Partisanos de Yugoslavia, lo que de hecho significa el comienzo de la organización de la actividad cinematográfica en Yugoslavia tras la Segunda Guerra Mundial. “Crónica cinematográfica I”, la primera película de la cinematografía yugoslava moderna, fue rodada en Belgrado en enero de 1945, y fue seguida de varias crónicas y documentales. De este modo, la continua producción cinematográfica en Serbia comenzó al final de la Segunda Guerra Mundial, en los límites de la nueva Yugoslavia de posguerra.
De 1945 hasta 1951
Durante el sistema de gestión administrativa para la cinematografía en la República Popular de Yugoslavia (1945-1951), toda actividad estaba centralizada: el Comité para la Cinematografía del Gobierno Yugoslavo estaba al frente y la cinematografía en Serbia estaba gobernada por el Comité Republicano. Belgrado era el domicilio de las compañías de producción federal “Zvezda film”, “Filmske novosti”, la compañía republicana “Avala film”, la compañía de importación-exportación “Jugoslavija film”, de la Escuela de Cine, y así sucesivamente. A resultas de ello, el centro administrativo y de negocios real de la nueva y moderna cinematografía yugoslava estaba en Serbia, hecho que tuvo un impacto real sobre el desarrollo del cine en esta república.
La desintegración de Yugoslavia
Desde entonces hasta la desintegración de la República Socialista de Yugoslavia (1991), Serbia produjo cerca del 50% de los largometrajes, documentales y cortometrajes yugoslavos. El mayor número de artistas cinematográficos y técnicos yugoslavos vivían y trabajaban en Serbia, y las más grandes producciones y facilidades técnicas en Yugoslavia tenían lugar allí. Muchos artistas cinematográficos y expertos de Serbia trabajaban en otras repúblicas, y la cinematografía serbia estuvo siempre abierta a artistas y expertos de otras partes de la antigua Yugoslavia.
Tras la Segunda Guerra Mundial
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la producción de noticiarios y documentales en Serbia fue un proceso continuo. Entre ellos, debería destacarse la película “Tierra nueva” (1946), de Rados Novakovic, sobre el asentamiento de colonos de las áreas atrasadas que habían sido destruidas por la guerra en la fértiles planicies de la Vojvodina. El primer largometraje de la moderna cinematografía yugoslava fue producido por la compañía Avala film de Belgrado, en 1947. Fue “Slavica”, dirigida por Vjekoslav Afric. En 1948, tres de los cuatro largometrajes filmados en Yugoslacia ese año fueron producidos en Belgrado: “Juventud inmortal”, que trataba un tema bélico, dirigido por Gustav Gavrin, y “Sofka”, de Rados Novakovic, que fue la primera adaptación de una obra literaria clásica entre los serbios -de la novela “La sangre impura” (Necista krv), de Borisav Stankovic-. Junto con la producción de largometrajes, el número de documentales y cortometrajes incrementó. Una película animada con marionetas, “El explorador y la chica”, dirigida por Ljubisa y Vera Jocic, ganó el premio especial en esta categoría en "la Mostra" de Venecia.
En el año 1951, en el marco de los cambios generales del sistema social yugoslavo, la cinematografía fue también reorganizada. Se suspendieron los Comités para la Cinematografía, cesó la financiación del gobierno y los productores cinematográficos esperaban hacer negocios más provechosos, aunque el estado aún cubría parcialmente los costes de producción a través de subsidios. El sistema de creación cinematográfica también cambió: artistas fílmicos y sus asociados fueron seleccionados del corpus de productores, siendo ahora obligados por contrato a la protección de la película. Aunque al inicio esto causó problemas organizativos y financieros, el nuevo sistema resultó estimulante. El número de productoras en Serbia aumentó, se dio comienzo a la competición artística y productora y los directores dependían ya del éxito de sus películas. Debido a esto, el cine-arte se emancipó a sí mismo de la influencia de los estereotipos social-realistas previos, que habían sido tomados de la cinematografía soviética, y los nuevos, para los cuales se habían buscado vías específicas de expresión cinematográfica.
Desde el año 1951 hasta el año 1962
La década siguiente (1951-1962) se caracterizó por el dominio de las habilidades "cinemáticas", mediante la conquista de nuevos géneros en el campo del largometraje y las adquisiciones artísticas que contribuyeron a la elevación del cine yugoslavo a los estándares europeos. Los autores, que ya se habían distinguido en el pasado, durante el período de los pioneros, hicieron su propia contribución a éste:
Rados Novakovic: “Distante está el Sol”, 1953; “La canción de Kumbara”, 1955; “El viento se detuvo frente al alba”, 1959,
Vojislav Nanovic: “Gitano”, 1953; “Tres pasos en la sombra”, 1958 y otros.
Un extraordinario éxito artístico obtuvieron las películas de Vladimir Pogacic, quien empleó las potencialidades de la expresión cinemática en una manera exquisita, si tratar películas de guerra: “Grande y pequeño”, 1956; “Solo”, 1959, o temas contemporáneos: “Sobre las noches del sábado”, 1957. Por la dirección de la película “Grande y pequeño” Pogacic recibió el primer premio en el Festival Internacional de Karlovy Vary, el primer premio de esta clase dado a un autor yugoslavo. Zivorad Mitrovic fue el único en alterar esencialmente la relación hacia la películas de guerra, introduciendo elementos completamente nuevos de emocionante película de aventuras dentro de este explotado género: “El escalón del Doctor M.”, 1955; “Capitán Lesi, señales sobre la ciudad”, 1960. La primera película yugoslava en color fue “El sacerdote Cira y el sacerdote Spira” (1957), dirigido por Soja Jovanovic. Desde 1953 se coprodujeron películas con países extranjeros (“El último puente”, 1953, con Austria; “La carretera sangrienta”, 1955, con Noruega; y muchas otras).
Junto con la primera generación de directores de cine serbios, aparecieron nuevos autores, entre los cuales Aleksandar - Sasa- Petrovic fue especialmente distinguido (“La pareja”, 1961). Por otro lado, se hicieron películas de bajo coste y populares, con la intención de atraer a las masas; un ejemplo típico fue la comedia “El piso común” (1960), dirigido por Marjan Vajda.
Desde 1962 hasta 1991
El siguiente período (de 1962 a 1991) podría ser correctamente retratado como un constante avance en el cine de Serbia. Durante esas tres décadas se rodaron más de 300 largometrajes en Serbia. Producciones de la cinematografía doméstica se convirtieron en parte integral de la cultura nacional, películas domésticas llamaron la atención de la audiencia, y muchas producciones representaron a nuestro país en festivales de cine a lo largo de todo el mundo. Nuevos autores y nuevas tendencias emergieron en el terreno del largometraje. Purisa Djordjevic introdujo una poética distintiva dentro del cine bélico: “La chica”, 1965; “La mañana”, 1967.
Dusan Makavejev se volvió hacia los problemas de la vida contemporánea, introduciendo expresiones originales en sus películas, que le hicieron internacionalmente reconocido: “El hombre no es un pájaro”, 1965; “La tragedia de la telefonista”, 1967; “Misterios del organismo”, 1967).
Vladan Slijepcevic usó el realismo poético para tratar temas contemporáneos (“Medallón con Tres Corazones”, 1962; “El cliente”, 1966), mientras que Zivojin Pavlovic retrató la vida moderna de un modo casi naturalista: “El despertar de las ratas", "Cuando sea muerto y blanco”, 1967.
El cine serbio estuvo dominado por la personalidad artística de Aleksandar Petrovic, quien ganó el Gran premio en el Festival Internacional de Cine de Cannes por la película “SKUPLJACI PERJA” aka: "I EVEN MET HAPPY GIPSIES (1967).
Los años 70
A mediados de los años 70 apareció una nueva generación de directores en Serbia; jóvenes, talentosos y ambiciosos autores educados en Praga y Belgrado:
Goran Paskaljevic: “El vigilante de la playa en invierno”, 1976; “El perro al que le gustaban los trenes”, 1977,
Srdjan Karanovic : “La fragancia de las flores salvajes”, 1977,
Goran Markovic: “Educación especial”, 1977,
Dejan Karaklajic: “El amor por la vida de Budimir Trajkovic”, 1977,
Slobodan Sijan: “¿Quién es ése que canta por ahí?”, 1980 y
Darko Bajic (“Emisión en directo”, 1982).
Las películas de esta generación de autores recibieron numerosos premios en el Festival del Largometraje de Pula, así como en muchos otros festivales internacionales, y sus creativas obras calificaron el cine serbio moderno como un campo artístico de significancia específica nacional e internacional. Junto con los nombres y obras que han sido mencionados hay muchos otros autores importantes (Miomir Stamenkovic, Predrag Golubovic, Aleksandar Petkovic, Dragan Kresoja, Milos Radivojevic, Zelimir Zilnik y otros), cada uno de los cuales aportó su contribución al crecimiento del cine y el cine-arte en Serbia.
Junto con el largometraje, en Serbia se ha desarrollado el documental, el cortometraje y las películas de animación. El documental serbio siguió los acontecimientos del país: el punto de inflexión de la edulcoración social-realista hacia el documento cinematográfico genuino fue “En el corazón de Kosmet” (1954), mientras Aleksandar Petrovic descubría los valores poéticos del género con “Vuelo sobre el pantano” (1957). En la mitad de los años sesenta, se formó la escuela de documentales de Belgrado en torno a Dunav film y llegó a ser internacionalmente reconocida, debido a los numerosos premios que recibió en festivales de cine internacionales como Oberhausen o Leipzig, sobre todo las películas de Krsto Skanata, Vladan Slijepcevic, Stjepan Zaninovic, Mica Milosevic, Nikola Jovicevic y Aleksandar Ilic. Un puesto especial pertenece a Petar Lalovic, cuyas películas sobre la naturaleza ganaron importantes premios internacionales (“El último oasis”, 1983). Junto con el documental, la producción de dibujos animados en
Belgrado se desarrolló rapidamente después de 1970, y sus autores recibieron numerosos premios en festivales internacionales (Zoran Jovanovic, Nikola Majdak, Vera Vladic, Veljko Bikic y otros).
Tras la desintegración de Yugoslavia
Con la desintegración de Yugoslavia en 1991, la cinematografía yugoslava en su conjunto se deterioró a su vez. Aún así, el impacto tuvo un efecto menor sobre la cinematografía serbia, desde que comenzase a operar como una entidad independiente durante la etapa anterior, dependiendo muy poco de la cooperación con el resto de repúblicas yugoslavas. A pesar de dificultades sustanciales, que tuvieron un impacto real en una actividad artística tan compleja como la producción cinematográfica, el progreso no se frenó. En 1991 se realizaron ocho largometrajes en Serbia, once en 1992 y en 1993, y hasta comienzos de noviembre, siete. Junto con nombres de directores serbios experimentados de la generación intermedia -
Srdjan Karanovic : “Virgina”, 1991,
Dragan Kresoja: “El original del falsificado”, 1991,
Goran Paskaljevic: “Tango Argentino”, 1992,
Goran Markovic: “Tito y yo”, 1992,
Zivojin Pavlovic: “El desertor”, 1992.
Emergieron algunos nuevos directores, una nueva generación que ya contribuía al cine-arte en Serbia. Entre ellos: Srdjan Dragojevic es un caso excepcional cuya película “No somos ángeles” (1992) fue declarada la mejor película del año.
A pesar del bloqueo y las sanciones, que afectaron también al terreno de la cultura, durante 1992 y 1993 las películas serbias se presentaron a numerosos festivales internacionales, ganando diversos premios y reconocimientos de importancia, demostrando al mundo el gran vigor y la vitalidad de la cultura y el arte cinematográficos en Serbia.
original AQUI

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