UN DÍA CUALQUIERA (proyecto de un largometraje)
aquí están todos los capítulos escritos hasta
ahora
UN DÍA CUALQUIERA 8
José, el hermano de Carmen, le grita pidiendo
cerveza. Hace calor y eso le crispa los nervios. Si a eso le añadimos que Barça
está perdiendo...
Cristian, el niño de apenas un año, empieza a
llorar.
- ¡Que te calles, cojones! ¡No hace más que
llorar! ¡Hazle callar de una puta vez!
El niño sigue llorando más y más,
desconsoladamente.
Dolores, la madre de Carmen, la reina de la
plazoleta, le grita desde allí a grito pelado:
- ¡Carmeeeeeeeeeen!
José sale al balcón:
- ¡Que no estaaaa! ¿Qué, coño, quieres otra vez?
La Dolores se acerca despacio y, con una voz que
pone para dar pena, le dice:
- No hay naidie, y todavía no he comido...
El muchacho entra pa dentro y sale con un trozo
de pan que se lo tira al suelo.
La Dolores lo coge, lo mira y se va con desgana,
murmurando algo por el camino.
Gregoria está cortando una col en el suelo de la
habitación y va tirando trozos a una olla grande.
Por el camino viene, a paso de tortuga, Pedro, el
hijo mayor, bastante colocado. Debajo del brazo lleva una rueda de bicicleta.
Gregoria le echa una bronca monumental:
- ¡Otra rueda! ¿Pero qué piensas hacer con todas?
¡Me cago en la mar!
José abre la puerta del balcón y deja a Cristian,
que lleva solo pañales, en el balcón. Luego deja a su lado un camión grande. El
niño se sienta al suelo y empieza a jugar con el camión.
José cierra la ventana.
- Ya no va a llorar. Que le dé un poco de aire.
Sale Diego, el hijo menor de Gregoria, se agacha
para coger una colilla del suelo y la enciende. Monta la bicicleta. Murmura:
- Agh, arr, arr.
Le saluda con la mano a su madre. La mujer sigue
cortando la col.
(continuará)
Comentarios