ZAR LAZAR Y ZARINA MILICA
EL ZAR LAZAR Y LA ZARINA
MILICA
El zar Lazar se sienta a
cenar,
a su lado zarina Milica;
y le dice zarina Milica:
“Zar Lazar, la corona serbia
de oro,
mañana te marchas a Kosovo,
y contigo llevas siervos y
duques,
en el palacio no dejas a
nadie,
Ay, Lazar, rey de las
cabezas varoniles
si pudieras llevar una carta
a Kosovo y a devolverla;
Tú llevas mis nueves
hermanos queridos,
nueve hermanos, los nueve
son Jugović,
Déjame por lo menos uno,
un hermano para su hermana
por el juramento”.
El conde serbio Lazar a ella
se dirige:
“Mi señora, zarina Milica,
¿qué hermano es tu preferido
para dejarlo en la corte
blanca?”
“Déjame a Boško Jugović”.
Le contesta el conde serbio
Lazar:
“Mi señora, zarina Milica,
cuando mañana nace el día
blanco,
raya el alba y el sol asoma,
y las puertas se abren a la
ciudad,
tú sal en la reja,
por allí pasará la compañía
todos los jinetes con lanzas
militares,
el primero Boško Jugović
el que lleva bandera con
cruz;
De mi parte dale la
bendición,
que le deje la bandera al
quien él quisiera,
en el palacio se quede
contigo”.
El día siguiente cuando
nació el alba,
se abrieron las puertas de
la ciudad,
la zarina Milica salió,
ella salió a la ciudad, a la
reja,
Mas apareció la compañía
los jinetes todos con lanzas
militares,
el primero es Boško Jugović
en caballo con montura de
oro,
cubrióle todo la bandera,
en la bandera manzana de
oro,
de manzana salen las cruces
de oro,
las orlas de oro cuelgan de
las cruces
y el pecho de Boško golpean;
Se acercó zarina Milica,
cogió de las riendas al
caballo,
en un abrazo se fundió con
su hermano,
Empezó a susurrarle en voz
baja:
“Ay, hermano, Boško Jugović,
el zar te me regaló,
para que no te marches a la
batalla de Kosovo,
te bendijo para que dejaras
la bandera a quien tú
quisieras,
para que te quedes conmigo
en Kruševac,
para que yo tenga un hermano
por el juramento”.
Mas contesta Boško Jugović:
“Vete hermana a la torre
blanca;
yo no volvería ni la bandera
soltaría
aunque el zar Kruševac me
regalara;
para que no me digan los
compañeros:
¡Mira el cobarde de Boško Jugović!
No se atrevió a marchar a
Kosovo
para la cruz honrada
derramar su sangre,
dar su vida para la fe
cristiana”.
Y sacóle al caballo a la
reja.
Mas por allí viene el viejo
Jug-Bogdan
y tras él van los siete
Jugović,
a los sietes los detenía uno
por uno,
mas ninguno ni caso le hizo.
Un poquito se detuvo el
tiempo,
Por allí viene
Jugović-Vojin,
llevando “los yedekes”1 del zar
cubiertos con mantón de oro,
debajo del mantón cogió al
conde
sus manos le puso en el
cuello
empezóle a decir también:
“Ay, hermano, Jugović-Vojin,
el zar te me regaló,
te bendijo para que dejaras
al “yedek” a quien tú
quisieras,
a quedarte conmigo en
Kruševac,
para que yo tenga un hermano
por el juramento”.
Le contestó Jugović -Vojin:
“Vete, hermana a la torre
blanca;
no volvería el héroe
ni soltaría “los yedekes”,
aunque supiera que iba a
perecer;
yo voy hermanita a Kosovo
llano
para la cruz honrada
derramar mi sangre,
dar mi vida junto con mis
hermanos para la fe cristiana”.
Mas él sacó al caballo a la
reja.
Vio eso la zarina Milica,
sobre la piedra fría se
cayó,
se cayó y conocimiento
perdió.
Mas por allí viene el
célebre Lazar,
Cuando vio a señora Milica
las lágrimas se derramaron
por las mejillas;
dio una vuelta de derecha a
izquierda
y llamó a su siervo Goluban:
“Goluban, mi siervo leal,
vete tú con el caballo cisne
con tus manos blancas coge a
tu ama,
llévatela a la torre
delgada;
Yo te doy el perdón de Dios,
no te vayas a la batalla de
Kosovo,
mas quédate en la corte
blanca”.
Oyó eso el siervo Goluban
Oyólo y por el rostro blanco
derramó lágrimas,
Y montó al caballo cisne
Se la llevó a la torre
delgada;
Mas no pudo resistir su
corazón
y no ir a la batalla de
Kosovo,
Así que regresó a su caballo
cisne,
Le montó y a Kosovo se
marchó.
Cuando por la mañana
amaneció,
Vinieron dos mirlos negros
de Kosovo, campo ancho,
se cayeron en la torre
blanca,
justo en la torre del
célebre Lazar,
uno chirría, mas el otro
habla:
“¿Esto es la torre del
célebre conde-Lazar
o es que en la torre no hay
ni un alma?”
No lo oyó nadie salvo zarina
Milica,
y sale delante de la torre
blanca,
preguntas hace a los dos
mirlos:
“¿Ay, por Dios, mirlos,
de dónde venís esta mañana?
¿No será de Kosovo Polje?
¿No habéis visto dos
ejércitos magníficos?
¿Se habrán peleado los
ejércitos?
¿Qué ejército triunfó?
Mas le hablan los dos mirlos
negros:
“Ay, por Dios, zarina
Milica,
nosotros venimos de Kosovo
llano,
y sí vimos dos ejércitos
magníficos;
los ejércitos lucharon ayer,
los dos zares perecieron;
de los turcos quedaron
algunos,
¡y de los serbios no quedan
más que
heridos y ensangrentados!”
Y así hablando por allí
llegó el siervo Milutin,
La mano derecha lleva en la
izquierda,
Y él tiene diecisiete
heridas,
todo el caballo lleno de
sangre;
A él se dirige señora
Milica:
“¿Qué pasó, pobrecito,
siervo Milutin?
¿Será que habrás traicionado
a tu zar en Kosovo?
Mas contesta el siervo
Milutin:
“Bájame del caballo andante,
lávame con agua fría,
dame vino tinto;
¡duras heridas a mí me
sucumben!”
Le bajó la zarina Milica,
con el agua fría le lavó la
cara
y le regó con el vino tinto.
Cuando el siervo volvió en
sí
le preguntó la zarina
Milica:
¿Qué pasó en Kosovo Polje?
¿Dónde pereció el célebre
conde Lazar?
¿Dónde pereció el viejo
Jug-Bogdan?
¿Dónde perecieron los nueve
Jugović?
¿Dónde pereció el duque
Miloš?
¿Dónde pereció Vuk
Branković?
¿Dónde pereció Banović
Strahinja?”
entonces el siervo empezó a
narrar:
“Todos quedaron, señora, en
Kosovo.
Donde pereció el conde Lazar
allí hay muchas lanzas
rotas,
lanzas rotas las turcas y
las serbias,
más serbias que las turcas,
defendiendo, señora, a su
amo,
a su amo, el célebre conde
Lazar.
Y Jug, mi señora pareció
al principio, en el primer
enfrentamiento.
Perecieron los ocho Jugović,
allí donde el hermano no
quiso traicionar a su hermano,
mientras un soplo de vida
les quedaba;
Aún queda Boško Jugović,
La bandera de cruz ondea en
Kosovo;
aún está persiguiendo a los
turcos en grandes números,
igual que halcón palomas
persigue.
Donde había sangre hasta las
rodillas
Allí pareció Banović
Strahinja.
Miloš, señora, pereció
donde Sitnica, el agua fría,
donde muchos turcos
perecieron;
Miloš asesinó al zar turco
Murat
y doce mil turcos;
¡Que Dios le perdone a la
que le dio vida!
Él dejó un monumento para el
pueblo serbio
para que se hable y se narre
hasta que exista el ser
humano y hasta que exista Kosovo.
¿Por qué preguntas por el
maldito Vuk,
maldita sea la que le dio la
vida!
¡Maldito sea su estirpe y su
descendencia!
¡Él traicionó al zar en
Kosovo
y llevó a los doce mil
turcos,
mi señora, a la vil
coraza!”.
YEDEK, YEDEKES – en el original “jedek” – caballo de reserva.
La “j” en
serbio se pronuncia “y”, como en la palabra “yugo”.
LA TRADUCCIÓN: VESNA ILIJINA
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